“Sal de tu zona de
confort. Sólo se puede crecer si estás dispuesto a sentirte incómodo y molesto
al intentar algo nuevo.” Brian Tracy
Dar
el salto siempre es difícil, pero a veces es imprescindible para seguir
creciendo profesionalmente. En muchas ocasiones nos engulle la rutina y no
vemos más allá de las tareas que ya controlamos. Un error si lo que buscas es
convertirte en uno de los mejores de tu campo.
La
zona de confort es un hermoso lugar, pero nada crece ahí. Esta frase, que bien
podría atribuirse a Paulo Coelho (por aquello del toque de autoayuda que
rezuma) no debe tratarse como algo baladí. Al contrario, pues casi todos los
profesionales deberían salir de su rutina, de lo que saben hacer y ya no les
supone reto alguno, para buscar nuevas experiencias laborales que les ayuden a
crecer y a mejorar.
Además,
"si permanecemos mucho tiempo en nuestra zona de confort podemos caer en
el aburrimiento", advierte Bertrand Regader, psicólogo y director de
Psicologiaymente.net
Qué es
"A
nivel organizativo, se puede considerar la zona de confort como el conjunto de
competencias y habilidades que el individuo maneja con soltura, proporcionándole
buenos resultados sin correr riesgos". Esta definición, que pone sobre la
mesa Diego Vicente, profesor de comportamiento organizacional de IE Business
School, se puede resumir en 'lo de siempre', es decir, aquel espacio en el que
te sientes seguro pero no necesariamente feliz.
"La
zona de confort es un estado psicológico que nos permite vivir en una burbuja
de comodidad con una rutina sin sobresaltos", define Regader para quien,
"en cierto modo todos tenemos tendencia a permanecer en ese espacio,
porque nos ofrece una serie de sensaciones positivas en nuestra vida. Pero
puede ser un arma de doble filo".
Dar el salto
Si
tan cómodo es este estado, ¿para qué salir? Esto seguramente nos lo hayamos
preguntado todos alguna vez tras escuchar a algún amigo que nos cuenta que ha
dejado el trabajo para buscar otros destinos profesionales. Así, sin precisar.
En ese momento se nos habrá helado la sangre porque habremos sentido el vértigo
que nuestro colega, sin embargo, maquilla con muchas dosis de ilusión y
motivación. Esas que no le habíamos visto desde hacía tiempo. Y es que eso es
lo que ofrece el salto: autoconfianza, afrontar nuevos retos, abrir otras
puertas.
"Es más, si no salimos de nuestra zona de confort, podemos ver
que nuestra realidad (social, profesional) y nuestra felicidad son cada vez más
reducidas, y las situaciones que vivamos serán rutinarias sin ningún tipo de
incentivo", advierte Regader
Para todos los
públicos
"Desde
que nacemos estamos saliendo continuamente de nuestra zona de confort. Los
primeros pasos son una clara muestra de ello", reflexiona Diego Vicente.
De niños necesitamos el cambio como forma de vida. Cambiamos de juegos, de
curso, de compañeros de clase, de profesores, etcétera. El miedo a lo
desconocido es entendido, a esas edades, como una inyección de adrenalina que
nos anima a seguir transformándonos. Sin embargo, el miedo al cambio nos abduce
a través de una cultura de la que bebemos y que, quizá, habría que mejorar.
Para
ejemplo el que ofrece el profesor de comportamiento organizacional de IE
Business School, quien nos muestra a unos niños subiéndose a un árbol mientras
sus tutores les gritan desde abajo '¡cuidado, que os vais a caer!' Una reacción
que nada tiene que ver con la que tendrían ciertas tribus norteamericanas que,
ante esa misma situación, los mayores dicen a los niños '¡a ver hasta dónde llegáis!'
De ahí que, cuando tenemos uso de razón y hemos conseguido superar ciertos
hitos -acabar la carrera, lograr un trabajo que encaje con nuestras
capacidades, tener una experiencia internacional- nos acomodemos en nuestra
particular jaula de oro.
"Salir de la zona de confort debería ser casi una
obligación. Es cuestión de voluntad y de darnos cuenta de todo lo que podemos
estar perdiéndonos si permanecemos en una burbuja tan cómoda.
Toda
persona que considere que quiere hacer más rica su vida y su entorno tendría
que estar pensando en abandonar la monotonía conocida y vivir nuevas experiencias,
hacer otras cosas. En definitiva, desafiar la dinámica mediocre que a veces se
instala en nuestra existencia", asegura Regader.
Qué hacer fuera
Si
das el salto sin ningún plan B lo más probable es que llegue un momento en el
que te arrepientas de tu decisión. Por eso, siempre es importante contar con otros
propósitos, aunque éstos sólo sean ideas, bosquejos, para sentirse más seguro.
Javier
Moral, fundador y CEO de Fangaloka, espacio de innovación y coworking, cree que
"si te has fijado una serie de hitos intenta cumplirlos. No recules. Si
has valorado qué puedes ganar y qué perderás con el cambio no hay sitio para
arrepentimientos".
Una
vez has abandonado tu zona de confort, "lo habitual es que la persona se
sienta más realizada y esté viviendo experiencias y situaciones más excitantes.
Por tanto, en principio la mayoría de profesionales que logran salir de su
burbuja están satisfechos", dice Regader.
Arrepentirse
Si
no has planeado bien el aterrizaje, el cambio, quizá te lleves las manos a la
cabeza cuando te des cuenta -resaca superada- que ya no tienes trabajo estable
(si es que ese adjetivo es todavía atribuible a cualquier puesto)
Elisabeth
Kübler-Ross, psiquiatra y escritora suizo-estadounidense, quien dedicó parte de
su vida a trabajar con personas moribundas, desveló que lo que confiesan sus
'pacientes', por norma general, es que habrían arriesgado más.
"El
problema puede surgir cuando el nuevo ritmo de vida nos supere y, por la ley
del péndulo, volvamos a querer recluirnos en nuestra zona de confort, o que aún
sin quererlo conscientemente no podamos evitar volver a entrar en una dinámica
monótona.
La clave del éxito cuando salimos de nuestra burbuja es intentar
mantener un equilibrio entre hábitos rutinarios y novedosos, no pasar de cero a
cien sino hacerlo de manera gradual", aconseja el director de
Psicologíaymente.net.
“No tendremos mejores condiciones en el futuro si estamos satisfechos con todo aquello que tenemos en la actualidad.” Thomas Alva Edison
A medias
Si
todavía no te convence el salto al vacío. Si necesitas más tiempo para hacerte
a la idea de que hay vida fuera de esas cuatro paredes que se han convertido en
tu paisaje diario, intenta una solución intermedia. Javier Moral recomienda
"ampliar la zona de confort, es decir, fijarse nuevas metas sin
aventurarse a un cambio radical. Construye un poco más esa burbuja sin
explotarla.
Ve marcándote hitos y nuevos objetivos y, si al final te decides
por la transformación estarás, de algún modo, preparado". En el fondo,
todo depende del momento en el que te encuentres y en el valor que le des al
cambio.
“Si te pones en
una posición en la que tienes que salir de tu zona de confort, entonces estás
obligado a expandir tu conciencia.” Les Brown
Algunos consejos
para empleados inquietos
"En
el terreno laboral, salir de la zona de confort supone cuestionar los resortes
habituales que nos limitan a realizar tareas rutinarias", reflexiona
Bertrand Regader, quien, además, considera que explotar nuestra burbuja
"sirve para pensar más allá de lo obvio, para aportar creatividad e
innovación a nuestro día a día laboral".
Sin embargo, dar el salto no es
sencillo y nunca vienen mal algunos consejos para afrontar el cambio. Diego
Vicente, profesor de comportamiento organizacional de IE Business School,
pediría a aquel que se está pensando cambiar "que lo intentara, que se
estirara". Entre otras razones, "el cambio te hace más
empleable". Por eso mismo, no debería esperar a que la compañía para la
que trabaja le pidiera el esfuerzo, "pues lo más adecuado sería dar ese
paso uno mismo previamente"
Si
todavía tienes dudas, que es lógico por otra parte, hazte una lista con los
contactos que tengas, las cosas que quieres hacer, la formación adicional que
quieres adquirir, los puestos a los que podrías optar, los destinos
profesionales que quieres tantear y ve marcándote hitos.
Esto es, al menos, lo
que aconseja Javier Moral, fundador y CEO de Fangaloka.
La huida de talento en
ciertas compañías extremadamente rígidas en sus estructuras no es algo nuevo. Con
crisis o sin ella, los buenos profesionales necesitan saltar para imponerse
nuevos retos.
Lo que sí ha cambiado es la actitud de las grandes empresas que
ahora, y según cuenta Regader, "han detectado la imperiosa necesidad de
rentabilizar la creatividad de sus empleados, y esto pasa por hacerles
abandonar sus zonas de confort y poner bases sólidas para que sus talentos
puedan desarrollarse"
Cuando
sientes que en el puesto en el que estás ya no tienes metas y que no controlas
realmente todos los aspectos de tu vida, tendrás que pararte y reflexionar. Si
tu empresa no te da la oportunidad de un cambio interno, deberás dejar ese
trabajo. Sí, dicho de este modo parece una locura, pero a veces es necesario el
cambio. Eso sí, con cabeza. Hablamos de supervivencia no de suicidio laboral y,
por tanto, tendremos que organizarnos muy bien antes de entregar la baja voluntaria.
Insight:
“Nadie ha muerto jamás de
incomodidad, y, sin embargo, vivir en nombre del confort ha matado más ideas,
oportunidades, acciones y crecimiento que todo lo demás junto. ¡La comodidad
mata! Si tu objetivo en la vida es estar cómodo, te garantizo dos cosas:
primera: jamás serás rico; segunda, jamás serás feliz. La felicidad no proviene
de vivir una vida con poco entusiasmo, preguntándose siempre qué podría haber
sido. La felicidad viene como consecuencia de hallarnos en nuestro estado
natural de crecimiento y vivir de acuerdo con nuestro máximo potencial.” T. Harv Eker
Bibliografia;
Arancha
Bustillo “Expansión y Empleo”